PINOCHO. Un joven y esforzado Icaro.

Por Alberto Cue.

PINOCHO. UN JOVEN Y ESFORZADO ICARO.


Al celebrarse el centenario de la Feria de Zitácuaro, el 5 de febrero de 1998, el avioncito “PINOCHO” volvió a esa histórica ciudad. Hacía 62 años que un joven de 26 realizara con él una aluci­nante aventura.




Parece como si los festejos y la ale­gría misma de sus coterráneos hubiesen sido el moti­vo de que permaneciera olvidado en algún lugar, lejos de donde había sido construido con puros sueños. Los sueños de un Pinocho de carne y hueso. Miguel Ca­rrillo Ayala nació en Agostitlán, municipio de Hidalgo, en el estado de Michoacán, el 6 de julio de 1908. Al momento de nacer, su madre, Felicitas Ayala Malagón, moría a consecuencia del parto. Su padre, Avelino Carrillo Aguilar, fotógrafo de oficio, fue puesto en la cárcel durante tres días por haber llevado a registrar a su hijo con retraso y no poder pagar la multa a la que, con ese motivo, se había hecho acreedor.


Miguel creció con su tía Soledad. Más tarde volvió al lado de su padre y desde entonces mostró sus raras artes inventivas: a los siete años desarmaba y volvía a ar­mar bicicletas y motores. Tuvo que abandonar la escuela primaria en el tercer año y el camino que siguió fue el que la destreza de sus manos le forjara.

En 1919, junto con su padre y la es­posa de éste, fue a vivir a Zitácuaro, donde hizo nuevas y duraderas amistades; de 1922 a 1926 tuvo que ir con su nueva familia a México, donde la fiebre de la aviación literalmente toma­ba vuelo. A los 18 años volvió a Zitácuaro: alimentaba los sueños de hacerse piloto aviador. Pero tuvo que ejercer varios oficios y trabajos; fue excelente mecánico, tanto que logró construir un automóvil, donde "cabían los muchachos", con el motor de una motocicleta. Mientras era chofer de un camión en el que transportaba mercancías entre un pueblo y otro, satisfacía su curiosidad por la mecánica de aviación en las revistas.

En 1934 murió su padre; al vender la casa, que era su herencia, pretende hacer estudios en serio para convenirse en piloto avia­dor. Volvió a México, pero con su casi nula escolaridad no tenía la menor esperanza de poder ingresar en la escuela de aviación. Un piloto, Roberto Fierro, aviador del aeropuerto de Balbuena, lo ayudó a estudiar mientras Miguel reforzaba esos estudios con la lectura de la Popular Mechanic, famosa revista estadounidense donde se pu­blicaban artículos sobre la aviación y su tecnología.

Entre 1934 y 1935 ocurre algo decisivo: les dice a sus amigos que quiere construir un avión para volarlo él mismo. Todo es cuestión de aplicar lo que cada uno sabe. José Zepeda, maestro mecánico, le ayuda a mo­dificar el motor de un camión Ford modelo 1930 de 4 cilindros, obsequiado por el dueño de una hacienda, de nombre Leopoldo Mena; es también en el taller de José Zepeda donde éste y Miguel acondicionan el tren de aterrizaje con un par de viejos rines y llantas usadas de avioneta, que Miguel consigue en un deshuesadero de Balbuena; los hermanos Armando v Antonio Manjarrez Colín, amigos de su infancia, prepa­raron toda la madera que utilizaron para construir el fuselaje y el ala de una sola pieza, en la que ayudó el propio Miguel al lado de Armando; el inglés Héctor Tregoni lo ayudó con 75 pesos para comprar la hélice de madera en la ciudad de México, pues la que labró Armando Manjarrez era muy pesada e inútil; la seño­ra Esther Cortés consiguió la tela con que se cubrió el fuselaje, engrapándola a la madera; el señor Braulio Pereznegrón pintó el avión de color plateado con bro­cha de mano a falta de una compresora de aire, y pin­tó como emblema la máscara estilizada del legendario cacique de Zitácuaro Canícuti. Durante dos años y medio todos colaboran para culminar la obra. Se gastaron 1 800 pesos en la fabricación. Miguel, poco an­tes de concluirla, va a México v toma un curso de avia­ción con el piloto Rafael el Chante Obregón; vuelve a Zitácuaro con algún dinero y continúa esas prácticas con el piloto Agustín Gutiérrez Peláez. Completó en total cuatro horas de instrucción efectiva de vuelo.




Aún más, subsistieron dos defectos en la construcción del pequeño Pinocho; la posición del radiador quitaba visibilidad y Miguel tenía que ladearse para poder fi­jar su ruta y el tren de aterrizaje era tan angosto que el avioncito apenas si tenía estabilidad en tierra.


 Pero Miguel llegó a México y, después, a ser capitán primero piloto aviador de la fuerza Aérea Mexicana. Todo un sueño trabajosamente cumplido que no nos toca rela­tar. En el librito del historiador Moisés Guzmán Pérez podemos encontrar estas y otras muchas noticias.


Lo llamaban Pinocho, como el personaje del escri­tor Carlo Lorenzini. Pero hay una fotografía que parece darnos más bien la imagen del entrañable personaje de Saint-Exupéry y que le fuera tomada momentos después de realizar su vuelo romántico. Con el fulgor de su mirada de niño sin edad. Miguel parece un Principito que ha descendido de su cielo imaginario. Como en estado de trance, ha quedado embriagado de melancolía, tal como suena en las palabras de Keats: "Abre tus eternos ojos y muévelos alrededor / Por todo el espacio: espacio estrellado, solitario de luz".


 
PINOCHO UNA PÁGINA EN LA HISTORIA DE LA AVIACIÓN MEXICANA.

La hazaña del 14 de mayo de 1936.

Autor: Moisés Guzmán Pérez.*

Todo estaba listo para continuar con la gran aventura. Al día siguiente, jueves 14 de mayo de 1936, el pueblo de Zitácuaro acudió al campo para despedir a Miguel Carrillo y su Pinocho .El  "joven y esforzado Ícaro", como empezó a llamarle la prensa, "cegó" la primer cabineta del avión, abordó la segunda plaza, calentó el  motor y dijo a sus amigos emocionado: "¡que el ave cante aunque la rama cruja... cómo sabe lo que son sus alas!, y en seguida, a las 7:00 de la mañana, enfiló su vuelo rumbo a Loma Larga. Luego siguió a Maravatío para tomar el tendido de la vía férrea que lo llevó por una zona montañosa con destino a la ciudad de México.1

El corresponsal del periódico El Universal que estaba en esos momentos en Zitácuaro en­vió a México el siguiente telegrama:

ZITACUARO. Mich. Mayo 14 de 1036.- Hoy a las 7:00 AM salió para México tripulando su avioncito "Pinocho", el joven aviador v constructor de ese aparato, Miguel Carrillo. El avión está construido con un motor Ford y es esta la segunda prueba de vuelo a distancia que Carrillo practica con él. Los amigos y admiradores del joven aviador lo despidieron cariñosamente.



Según lo narrado por el propio Miguel Carrillo, como a las 9 de la mañana tuvo que hacer un aterrizaje forzoso en la Villa del Carbón, Estado de México, a causa de la intensa neblina que le obstruyó la visibilidad y por la falta de brújula y mapas que le pudieran indicar el rumbo correcto. Después de media hora de espera reanudó el vuelo. Cerca de las 10 de la mañana el avión Pinocho apareció ante los ojos asombrados de militares y civiles, llegando al Puerto Central Aéreo donde hizo un aterrizaje considerado de "perfecto". "Los fotógrafos se disputaban la oportunidad de retratar a Pinocho y a su máquina, la gente se aglomeraba para felicitar al intrépido aviador, algunas comisiones ofi­ciales querían ser las primeras en dar la bienve­nida y estrechar la mano del audaz muchacho."1


Sus familiares, que desde temprana hora se encontraban en el campo aéreo de Balbuena y que fueron testigos del suceso, enmudecieron de pronto. Ahí estaba su esposa María Damaris Maya de Carrillo y su tía Soledad Carrillo, quie­nes hicieron el viaje desde Zitácuaro para re­cibir al aviador en la capital del país. Había tam­bién decenas de michoacanos residentes en la capital, algunos pilotos civiles y varios curiosos a quienes llamaba la atención las pequeñas di­mensiones del aparato y el motor de camión que se usó en su fabricación. El señor Rosalío Vaca afirma que también fueron a recibir a Mi­guel su primo Abel y su amigo Isauro Martínez, cosa que dudamos, porque de ser así hubieran viajado junto con las señoras Damaris y Sole­dad, y por otro lado, Abelino, que era hijo de doña Soledad, no se encontraba en el hotel Mo­relos donde fueron entrevistados los familiares de Miguel Carrillo.4

 
Luego de apagar el switch del encendido, Miguel saltó de la cabina y fue corriendo a encontrarse con su esposa y su tía a quienes abrazó emocionado. Vestía botas y pantalón de mon­tar, una camisola de cuero y una especie de ca­chucha con gafas de piloto. En seguida fue abordado por los reporteros que ahí se encontra­ban, a quienes dijo satisfecho: "He realizado la ambición de mi v ida al demostrar la utilidad de mi avión, que construí a fuerza de sacrificios y privaciones. Ahora sólo me falta obtener la ayuda necesaria para hacer estudios serios en mecánica y aeronáutica a fin de aportar mis co­nocimientos al servicio de mi Patria." .5. El pilo­to calculó que hizo el Viaje entre Zitácuaro y la capital de la república en un tiempo de 2 ho­ras de vuelo efectivo. A una velocidad aproxima­da de 60 kilómetros por hora y gasto en el reco­rrido poco más de 5O litros de gasolina de la que usaban los automóviles." 6.


En vista de que Miguel Carrillo después de aterrizar, había arribado a la base militar, una de las cuatro partes en que se dividía el aeropuerto de Balbuena (los otros eran el civil, el de mecánicos de avia­ción y los talleres de aviación), fue llevado con el oficial de cuartel y ahí conversó con los em­pleados de la comandancia del campo, quienes lo interrogaron sobre los motivos del vuelo, pro­pietarios del avión y orígenes del mismo. Mientras tanto, su tía Soledad se apresuró a en­viar un mensaje a José Zepeda, enterándolo de la sensacional noticia que se difundió hasta el último rincón de la ciudad de la independencia.

Aclarada la situación, Miguel Carrillo, del brazo de su joven esposa y acompañado de su tía Soledad, alquilaron en 50 centavos un fortingo, es decir, un automóvil de la misma marca del motor de su avión, que los llevó a descansar al hotel Morelos, en el centro de la ciudad, don­de se hospedaron en una habitación bien mo­desta, todos celebraron el acontecimiento de la manera más sencilla.

En ese hotel lo entrevistaron los periodistas, a quienes Miguel Carrillo les platicó sobre sus antecedentes familiares, su interés por la aero­náutica, la manera como empezó a construir el Pinocho, los problemas económicos que pasó, la gente que lo ayudó y, sobre todo, expresó su deseo de que el gobierno de la república lo ayudara a cristalizar su sueño.
 

Solo una idea pasaba por la mente de Miguel Carrillo después de realizar el vuelo: obtener la ayuda del gobierno para ingresar a una escue­la de aviación, en donde pudiera realizar estu­dios formales de aeronáutica v mecánica que le permitieran convertirlo en piloto aviador. Esa era su ilusión, su más caro anhelo. Había demostrado con hechos que nació para piloto y constructor de aviones: había hecho volar un avión "único en su género", según expresó él mismo. Su ideal lo repitió a los reporteros tantas veces como le fue preguntado.

Horas más tarde, la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, al tener conocimiento de la hazaña realizada por el piloto michoacano, le envió sus felicitaciones y a la vez expidió un boletín oficial en los siguientes términos:

La mañana de hoy aterrizó en la ciudad, a las 9:15 horas, en el Aeropuerto Central, el piloto Miguel Carrillo, procedente de Zitácuaro, Michoacán. La avioneta que tripula fue construida por él mismo siguiendo el diseño del PIETEMPOL AIR CAMPER utilizando un motor Ford modelo A convertido por él. La Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas felicita al señor Carrillo por sus éxitos obtenidos en sus vuelos, e invita al público a ver la avioneta que se encuentra en uno de los hangares del Aeropuerto Central.9




El departamento de aeronáutica civil, dependiente de dicha Secretaría, reconoció el mérito de la proeza de Miguel Carrillo y su Pinocho quien, sin ser piloto profesional, se atrevió volar de Zitácuaro a México en una avioneta y construida por él mismo; les cautivó tanto la hazaña que decidieron solicitar a la autoridades correspondientes de quienes dependían, se le otorgara a Carrillo la medalla de oro "Emilio Carranza", la cual fue creada para premiar de alguna manera a todas aquellas personas que se habían distinguido en el campo de la aviación nacional y que daban honra prez a la propia Fuerza Aérea Mexicana.10

Miguel había decidido permanecer en la capital del país, ya que tenía pensado platicar de sus proyectos a algunos altos funcionarios para que le ayudaran a lograr su objetivo. Al ente­rarse de la hazaña, el gobierno de Michoacán le ofreció ayuda pura que continuara sus estu­dios de aviación; 11 el ayuntamiento municipal de Zitácuaro así como varios miembros del "ala izquierda" de la Cámara de Diputados, a inicia­tiva del representante Torres Caballero, se com­prometieron a apoyarlo12 y el propio presidente de la república, general Lázaro Cárdenas, lo llevó a Palacio Nacional, nuevamente le ofre­ció ayuda y se comprometió a respaldar sus es­tudios.13

Por su parte, algunos articulistas de la ciu­dad de México no veían con buenos ojos que Miguel Carrillo ingresara a la escuela de avia­ción; pensaban que al concluir sus estudios aca­baría como muchos oficiales que iban a ocupar un puesto en la burocracia militar, perdiéndose sus envidiables cualidades de audacia, inventi­va, iniciativa y buena suerte. Uno de ellos opi­naba que "lo mejor sería que se le pensionara para montar un taller y fabricar, así como el su­yo, otros aeroplanos económicos de pedacería y enseñar a manejarlos a los aficionados que querían aventurarse en ellos". De esta manera se solucionaría la falta de aviadores que podrían ser civiles o militares, sin gran costo para la re­pública. Ponía como ejemplo del espíritu inven­tivo de Carrillo, el famoso "Autogiro" inventa­do por el ingeniero español Juan de la Cierva en 1923. El "Autogiro" era un tipo de avión cuyas alas fueron sustituidas por una hélice ho­rizontal que giraba libremente y servía de plano de sustentación; empero, no obstante las alte­raciones y reformas que se habían hecho, aun así no acababa de conquistar el firmamento. En cambio Miguel Carrillo, un joven michoacano de 27 años de edad, humilde, sin estudios ni recursos, pero con una gran fuerza de voluntad , una clara inteligencia y una dedicación tre­menda, tripuló de Zitácuaro al aeropuerto de Balbuena, "un aparato que él mismo fabricó con pedacería de automóvil barato y agregados de su personal perfección".14

Como se puede apreciar, la hazaña de Miguel Carrillo causó verdadera sensación en la capi­tal del país y generó todo tipo de comentarios, algunos valiosos como el del autor del artícu­lo citado. Mucho tuvieron que ver en esta difu­sión los principales diarios informativos de la ciudad de México, como El Universal, La Prensa, Excélsior y El Nacional entre otros, los cuales publicaron en primera plana la extraordinaria noticia con fotografías que registraron la llega­da de Pinocho al Aeropuerto Central. Sin embar­go. Miguel Carrillo quería ser piloto aviador y no descansó hasta lograr su objetivo.

HIJO PREDILECTO DE ZITÁCUARO


Mientras aquello ocurría en la capital mexicana, en Zitácuaro todo el pueblo enloqueció con el triunfo de Miguel. En la oficina telegráfica que estaba en un extremo de la presidencia municipal, se colocó una mampara de madera donde se pegó el boletín oficial que anunció el resulta­do del vuelo de PINOCHO. La multitud se aglo­meró para conocer la noticia; los que sabían leer y que miraron con sus propios ojos e I contenido del boletín, fueron los primeros en difundir la hazaña; gente de todos los estratos sociales, ni­ños y adultos, algunos de traje y sombrero, estaban ahí presentes para dar testimonio de ese importante suceso.


Esto desde luego no pasó desapercibido para el corresponsal del periódico La Prensa de la ciudad de México, quien de inmediato puso el siguiente telegrama:

 
Zitácuaro, Mich. Mayo 14 - En estos momentos el ayuntamiento del pueblo de esta ciudad celebra el feliz arribo a la metrópoli del aviador Miguel Carrillo. Pinocho.

 
"La hazaña de Pinocho llenó de regocijo a sus coterráneos, pues no puede ser calificada menos que de atrevida; pues el avión en que hizo el vuelo, él mismo lo construyó con un motor de automóvil."



En efecto, las autoridades locales encabe­zadas por el presidente municipal de entonces, J. Sacramento Arizmendi, 16 a la cabeza de una improvisada manifestación, recorrieron emo­cionados las principales calles de la ciudad he­roica; durante su trayecto se pronunciaron dis­cursos enalteciendo los méritos de Pinocho, por ser un "ejemplo palpable de la perseverancia para el logro de un ideal". Dice un testigo pre­sencial que "a las 11 de la mañana de aquel 14 de mayo de 1936, el cañoncito de la presiden­cia lanzó varios cañonazos y hubo repique de campanas cuando supieron que Carrillo había llegado con bien".16 Los habitantes estuvieron de fiesta hasta la noche en que se organizó una lúcida serenata a la que asistió gente de todas las clases.

 

Pero como esto no podía quedar sólo en una celebración, el ayuntamiento de Zitácuaro qui­so perpetuar el recuerdo de este hecho para ejemplo de las futuras generaciones y el 16 de mayo de ese año lo declaró "hijo predilecto de esta población".18 Dos años más tarde, exacta­mente en el aniversario del inicio de nuestra Independencia, a petición de la ciudadanía, su nombre se le impuso a una calle de Zitácuaro, la cual se localiza a la entrada de la población, por el norte, a la altura de Los Escalones, v abar­ca varias cuadras de oriente a poniente. Justo en la esquina que forman las calles de Avenida Revolución norte y Miguel Carrillo poniente, se colocó una placa de mármol que dice: "La unión de comerciantes e industriales en peque­ño, como un homenaje al aviador Miguel Carri­llo, vuelo 14 de mayo de 1936. H, Zitácua­ro, Mich., a 16 de septiembre de 1938."

 

• Moisés Guzmán Pérez. Nacido en Zitácuaro, es investigador del Instituto de Investigaciones Históricas de la Escuela de Historia de la I Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo: autor de varias obras y ensayos históricos sobre temas michoacanos. Este texto contiene dos capítulos del libro Pinocho: una página en la Historia de la aviación mexicana. Morelia, H. Ayuntamiento Constitucional de Zitácuaro y Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo/Instituto de Investigaciones Históricas. 1998.

1 Rosalío Vaca Verduzco. Zitácuaro. Caza, casos y cosas. Toluca. Talleres del Pliego Impresores, 1992. p. 86.

2 El Universal. Segunda sección, año XX. T. LXXV III, núm. 7406, México. D.F., 15 de mayo de 1936. p. 8.

3. Ibíd., p.1.

4.  La prensa. Año VIII, secunda época, núm. 268. México. D.F., 15 de mayo de 1936. p. 19: Vaca Verduzco. op. cit., p. 87.

5.  Excélsior, año XX, t. III núm., 6970. México. DF... 15 de mayo de 1936. p.9.

6.  El Nacional año VII. T. XV, segunda época, núm. 2535. México, DF... 15 de mayo de 1936. p.; Excélsior. Año XX, t. III. núm., 6970, México. DF... 15 de mayo de 1936.p. 5.

7.    Excélsior año XX, i. III, núm. 6970. México. D.F., 15 de mayo de 1936, p. 5; Entrevista con el señor Enrique Zepeda Morales el 15 de junio de 1996 en su oficina particular en Zitácuaro. Michoacán.

8.  El Universal segunda sección, año XX, t. LXXVIII núm. 7406, México. D.F., 15 de mayo de 1936, p.1.

9. La Prensa. Año VIII, segunda época, núm. 268, México. DF... 15 de mayo de 1936. p. 19.

10.  Ibíd.  núm. 270. 17 de mayo de 1936. p. 2 y 10.

11.  Ibíd., núm. 268. 15 de mayo de 1936, p. 19.

12.  El Nacional, año VII, t.  XV, segunda época, núm. 2535. México, DF, 15 de mayo de 1936, p. 1.

13.   El Nacional año VII, t. XV. Segunda época, núm. 2535. México. D.F., 15de mayo de 1936. p. 1.

14.  La prensa. Año VIII. Segunda época, núm. 271. México. D.F. 18 de mayo de 1936.

 15. La Prensa. Año VIII. Segunda época, núm. 268, México. DF, 15 de mayo de 1956. p. 19.

 16. J. Sacramento Arizmendi era originario de la tenencia de Aputzio de Juárez. Municipio de Zitácuaro. Inició su carrera política bajo el influjo directo del cacique Aquiles de la Peña: fue comisariado ejidal. Presidente municipal de Zitácuaro en dos ocasiones (1936 y 1948-49) dirigente de la CNC local y esta­tal y. por último, se desempeñó como diputado local. Murió a fínales de la década de los cincuenta,

17 Entrevista con el señor Antonio Manjarrez Colín el 10 de ju­nio de

  1996 en su domicilio particular en Zitácuaro. Michoacán.

 18.  La prensa año VIII. Segunda época, núm. 270. México. D. F...

17 de mayo de 1936, p. 2.

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El siguiente artículo fue publicado en el periódico LA JORNADA MICHOACAN el domingo 6 de julio de 2008.

El ayuntamiento de Tuxpan homenajeará al piloto Miguel Carrillo Ayala, PINOCHO.

CARLOS F. MARQUEZ

El Ayuntamiento de Tuxpan, Michoacán, realizará el día de hoy un homenaje por el centenario del natalicio de Miguel Carrillo Ayala Pinocho, piloto de la aviación civil que comenzó su conquista del cielo el 14 de mayo de 1936 cuando surcó el aire en un avión construido por él mismo que lo llevaría en un viaje insólito de Zinapécuaro a la ciudad de México. Aunque todavía desconocido este personaje en el estado de Michoacán, su osadía ha sido motivo de un guión de largometraje y aislados estudios que reconocen en Pinocho la genuina capacidad de materializar el eterno sueño humano de volar, teniendo como presupuesto únicamente la creencia de que nada es imposible.

La fascinación que El Pinocho causa entre los tuxpeños y zitacuarenses, que también se pelean la natalidad de Carrillo Ayala para sus respectivos pueblos, aunada a la poca información que se ha difundido de este personaje, han hecho de este aviador un personaje rodeado por el aura del mito y su historia ha sido reconstruida desde las investigaciones serias como la realizada por Moisés Guzmán Pérez, pero también desde la ficción acicalada por la tradición oral.

El ex alcalde de Tuxpan, Arturo Martínez Nateras, en carta que hizo llegar al diario Cambio de Michoacán en el invierno de 2007, mediante la cual proponía que se nombrara Aeropuerto Miguel Carrillo Ayala Pinocho al proyecto aeroportuario originalmente anunciado como Leonardo Da Vinci, afirma que este personaje “nació en 1908, en Agostitlán, entonces tenencia de Tuxpan y ahora de Ciudad Hidalgo; estudió hasta tercero de primaria en Tuxpan, emigró a México, volvió a trabajar a Tuxpan y se radicó en Zitácuaro, desde donde promovió la construcción del avioncito. Pinocho, designado hijo predilecto de Zitácuaro, fue premiado con el ingreso a la Fuerza Aérea y murió siendo capitán en la remota Ensenada”.

En junio de 1997, Juan José Díaz Infante elaboró una propuesta de largometraje sobre la vida y hazañas de Miguel Carrillo Ayala Pinocho y en su historia, imbuida por la libertad creativa del séptimo arte, esbozó a este piloto autodidacta mediante una deliciosa urdimbre de realidad y ficción, aunque también aportó detalles interesantes sobre el contexto histórico en el que Pinocho fraguó sus sueños de vuelo; es el México de la posrevolución y Lázaro Cárdenas del Río, desde la Presidencia impulsa una política de apertura a los exiliados extranjeros. Algunos de ellos, al no poder entrar al Distrito Federal, residen en otros pueblos no muy lejanos a la capital del país, entre ellos Zitácuaro. Es a los extranjeros que el guionista atribuyó la introducción al pueblo de la revista Popular Mechanics, que sería la bitácora de construcción del avión.

El guión para la propuesta del largometraje El vuelo de Pinocho, refiere que el padre de Miguel Carrillo revivió en su propia misa de cuerpo presente y murió atropellado dos meses después. Este hecho enseñó a Pinocho lo vulnerable de la existencia y lo llenó de esa angustia que lo involucraría en una carrera loca por cumplir el sueño de volar por su propia voluntad y no por la voluntad de la muerte únicamente. Con un grupo de amigos, el joven de 23 años inició la construcción del avión en un teatro abandonado, según comentaron los guionistas.

El 2 de julio de 2003, la Sociedad General de Escritores de México y la Sociedad de Gestión Colectiva de Interés Público anunciaron que Juan José Díaz Infante y Lilia Soto se han hecho acreedores de una mención honorífica en el Segundo Concurso de Guión de Largometraje “Expresión en Corto” por el guión de El vuelo de Pinocho.

A finales de 2003 y principios de 2004, la Revista Tierra Adentro dedica un número doble a la historia de la aviación en México y el investigador del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana, Moisés Guzmán Pérez, participó con el artículo Pinocho: una página en la historia de la aviación mexicana, y la historia de este personaje tiene una proyección mucho más amplia.

En ese artículo, Moisés Guzmán comparte algunos aspectos del proceso de construcción del avión que se llamaría Pinocho, el cual inició con la venta que Carrillo Ayala hace de una casa que le fue heredada y el apoyo que recibió de personajes locales, entre ellos el inglés Héctor Tregoni. Señala que en la carpintería propiedad de los hermanos Manjares se diseñó y construyó el fuselaje y alas a partir de los planos de un Pietempol Air Camper de fabricación estadounidense que se publicaron en la revista Popular Mechanics. En la ciudad de México adquirió una hélice y en un deshuesadero de aviones consiguió el tren de aterrizaje y llantas; el dueño de la hacienda La Florida –Leopoldo Mena le regaló un motor usado de un camión Ford que el maestro mecánico José Zepeda le ayudó a poner a punto”.

Ahora dejemos paso a la libertad ficcional del cine para que Juan José Díaz Infante nos relate cómo imagina él que fue el primer planeo de Pinocho: “Zitácuaro se encontraba haciendo su vida de pueblo normal esa mañana de marzo cuando de repente se escuchó un ronroneo de motor muy familiar. Sin embargo, esta vez no provenía de las calles, sino del cielo. Mismo motivo que provocó a todo el pueblo a salir y ver a las alturas. Los niños, los viejos, los amigos. Nadie lo podía creer, era el primer vuelo del Pinocho.

“‘¡Pinocho, Pinocho!’, le gritaban todos desde abajo mientras corrían tratando de seguirle el paso. ‘¡Pónganse a persinao!’, gritaban otros chiquillos. ‘¡Babosos!’, les contestaba don Walter que pasaba tratando de correr con su bastón, dándoles un pequeño pelmazo en la nuca. ‘¡Güera, tu novio está volando!’, se oía salir de la esquina de la escuela por la que se asomaba doña Cuca.
 
“Eran más de 400 personas que habían concurrido sin cita a las afueras del pueblo para seguir saludando al Pinocho. Era una visión que nadie quería que terminara. Mientras tanto, en la cabina de vuelo Miguel hacía señas con su pañoleta. ‘¡Quítense cabrones, que tengo que aterrizar!’. Los de abajo pensaban que los estaba saludando. Todos y cada uno se quitaron sus paliacates, mascadas, rebozos y le retribuían el saludo aplaudiendo y abrazándose.

‘‘¡Quítense que ya no tengo gasolina!’, gritaba Miguel con poco éxito. Cada pase del Pinocho por la pista atraía a nuevos curiosos orgullosos de la creación colectiva voladora. ‘Lo único que me faltaba, si trato de aterrizar mato a todo el pueblo’”.

Cuentan los guionistas que el 10 de mayo de 1936 El Excélsior recibió el siguiente telegrama: “Mañana a las 9 horas saldrá el capitán Miguel Carrillo, volando su avión de creación propia hacia la ciudad de México y aterrizará en Balbuena...”. El Pinocho despegó con rumbo a la ciudad de México, cruzó el cielo sin brújula, únicamente guiado por las vías del ferrocarril y llegó volando ante el asombro de los habitantes de la capital del país.

Por lo relatado anteriormente es que el pueblo de Tuxpan revisitará este día la hazaña del vuelo de Pinocho y es en razón de ello que develarán una placa conmemorativa y la Filarmónica de Acapulco cerrará el festejo con un concierto que tendrá lugar a las 20 horas en el Monumental Templo de Santiago Apóstol.

Homenaje a Miguel Carrillo Ayala.

http://tuxpanmichoacan.es.tl/Pinocho-.htm